Voy a nombrar las cosas, los sonoros
altos que ven el festejar del viento,
los portales profundos, las mamparas
cerradas a la sombra y al silencio.
Y el interior sagrado, la penumbra
que surcan los oficios polvorientos,
la madera del hombre, la nocturna
madera de mi cuerpo cuando duermo.
Y la pobreza del lugar, y el polvo
en que testaron las huellas de mi padre,
sitios de piedra decidida y limpia,
despojados de sombra, siempre iguales.
Sin olvidar la compasión del fuego
en la intemperie del solar distante
ni el sacramento gozoso de la lluvia
en el humilde cáliz de mi parque.
Ni el estupendo muro, mediodía,
terso y añil e interminable.
Con la mirada inmóvil del verano
mi cariño sabrá de las veredas
por donde huyen los ávidos domingos
y regresan, ya lunes, cabizbajos.
Y nombraré las cosas, tan despacio
que cuando pierda el Paraíso de mi calle
y mis olvidos me la vuelvan sueño,
pueda llamarla de pronto con el alba.
Eliseo Diego (Cuba)
Hermosamente encantador. Es diferente. Me gusta :)
ResponderEliminarEspero que te pases por mi blog ¡Ay Geraldine! para que nos sigamos leyendo, ya que mi otro blog voy a cerrarlo proximamente.
Muchos exitos, besos :)
Guau. Impresionante, me encanto.
ResponderEliminarBesos
Gracias por tus palabras en mi espacio Almendra :)
ResponderEliminarMirá, a mí, cocina, me llama bastante. A ver si después de cine hago cocina y vos me contás como te va.
Te mando un abrazo enorme, y feliz inicio de año (con todos los cambios que imagino trae con él).